El golpe de Estado militar dado en Polonia en la madrugada del domingo por un Consejo Nacional de Salvación, formado por quince generales y cinco coroneles, ha encontrado hasta el momento incierta respuesta entre la población, cogida totalmente por sorpresa, y que vive bajo la ley marcial y el toque de queda. El nuevo régimen militar fue anunciado en una dramática alocución pronunciada por radio y televisión, a las seis de la mañana del domingo (hora de Madrid), por el general Wojciech Jaruzelski, primer ministro y máximo líder del partido comunista polaco (POUP).
En su intervención, Jaruzelski justificó la necesidad de la ley marcial para salvar a Polonia de la catástrofe y la guerra civil. Horas antes, el sindicato independiente Solidaridad había propuesto en Gdansk la organización de un referéndum nacional para decidir si los comunistas debían o no continuar dirigiendo el país.La orden de huelga general lanzada por un comité clandestino de Solidaridad, cuyos principales líderes fueron detenidos en las primeras horas del golpe, fue seguida ayer esporádicamente en algunas grandes industrias del cinturón de Varsovia. Las informaciones, aun fragmentarias y cuya transmisión al exterior es muy dificil, hablan de paros en la siderúrgica Huta Warszwa y otras fábricas.
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