De todos los países que avanzaron en el desarrollo económico de las décadas de posguerra, ninguno se
iguala a Japón. Este a pesar de ser derrotado y de terminar gravemente perjudicado por la guerra, así como separado de sus mercados y proveedores, Japón tenía una infraestructura industrial que pudo ser reparada, además de su capital que era un pueblo inteligente, creativo y socialmente cohesivo. Cabe mencionar que para este cambio tuvieron que pasar 5 años.
Para explicar el milagro japonés existen alguna razones culturales que funcionaron como placas poderosas una de ellas es el afán de lograr los mas altos niveles de control de calidad, cuenta también la elevación de latos niveles educativos, una conciencia social a favor del trabajo duro, la fidelidad a la empresa y la postura de solucionar las diferencias entre patronos y obreros a través de una mezcla de compromisos. Japón por razones culturales y sociológicas, la confianza nacional y fuerza de voluntad de un pueblo no se podía negar a la gran dimensión de su triunfo económico.
Entre 1950 y 1973 su Producto Nacional Bruto (PNB) creció muy superior al de cualquier otra nación industrializada, ni siquiera la crisis del petróleo de 1973-1974 impidió que los índices de crecimiento de Japón siguiesen siendo casi el doble de los de sus grandes competidores. Se convirtió en el productor mundial de variedad manufacturera. La industria japonesa desbanco a la industria alemana, inglesa y norteamericana.
A finales de los años setenta el PNB japonés era tan grande como el del Reino Unido y el de Francia juntos, y más de la mitad del de Estados Unidos. Solo la URSS, en los años que siguieron a 1928, había logrado un grado parecido de crecimiento, pero Japón lo había hecho de una manera menos dolorosa y con una base más ancha e imponente.
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